Nos sentimos solos, apesadumbrados, con cierto agobio y tristeza, . Ese sentimiento y uno, van de la mano, siempre juntos, siempre cerca.
Cuando me ocupo o distraigo, surge un respiro, pero luego toma el mando nuevamente aquél estado anterior. Y allí estamos atrapados...en soledad.
Huyo como puedo, como sé hacerlo. Nos convertimos en expertos escapistas.
Entonces nos aturdimos: ruido nocturno, sexo hueco, drogas insípidas, tertulias sobre nada, comilonas grasientas, toxinas de moda....pero alli está esperando la soledad.
Descubro que también puedo escapar por esos caminos llamados nobles: así colaboro con organizaciones no gubernamentales, me siento útil y comprometido murmurando comentarios compasivos de regiones castigadas, me anoto en talleres y cursos de autoestima, Me voy al ashram detrás del gurú de moda...¡ahora medito...!
Busco toda clase de consuelos, incluidas las mascotas.
He construido un muro que me aísla de lo que me pasa y siento.
He construido un esquema de autoengaño que se convierte en mi propia personalidad, en mi forma de ser. Ahora me niego y sobrevivo.
¡No quiero a la soledad!
¿Por qué esta desolación?...acaso no es necesario, imprescindible ese completo estado de soledad para poder descubrir por mi mismo y Ser?
Comprender nuestras reales necesidades es fundamental y útil, pero descubrir cuáles son las necesidades falsas, las que provienen de la ilusión y el escape, es vital e imprescindible en la vida. Ver completamente lo falso en mi, investigarme y saber que esos escapes se han convertido en algo más significativo que la realidad.
Las necesidades psicológicas, la necesidad de realizarse, de ser importante, brotan del miedo a algo que desconozco.
Cada una de mis identificaciones son un mecanismo de defensa que niegan y entierran algo que es mucho más significativo y real que todas esas ilusiones...y allí está el deseo.
Los escapes y el deseo marchan juntos, como toda identificación marcha junto con la frustración.
En soledad y silencio, la confusión y los escapes pierden su sentido.
La soledad perturba al ego.
La soledad es aliada del ser.