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lunes, 24 de mayo de 2010

MATRIMONIO, SEXUALIDAD


Damos tanta importancia a la sexualidad, que la hemos convertido en uno de nuestros principales problemas.
La actividad sexual, verdaderamente, carece de inconvenientes. Es, junto con el resto de las actividades del hombre, un hecho más que lo construye como ser.
En el sexo depositamos ilusiones que, si lo investigamos, descubriremos que no tienen demasiado sentido.
El impulso sexual es una energia muy potente, maravillosa, que "revoluciona" toda la química corporal...y la sociedad, para amoldar ese hecho ha inventado la Institución Matrimonial.
Es decir, tanto el hombre como la mujer, que poseen ese impulso, se constituyen como pareja, se casan, viven en matrimonio (siguiendo la tradición y los símbolos) disponiendo así de una fuente constante de placer.
Uno controla al otro mediante el sexo.
La rutina, el hábito comienza a ser el hecho cotidiano, y de allí vamos recto hacia la desintegración. Porque el hábito mismo es desintegrador.
En este estado de cosas, donde ambos están divididos, separados, en constante conflicto y tensión, encuentran una tabla de salvación en el impulso sexual...después, todo continua igual.
Interlocutor: pero estas describiendo un panorama absolutamente desalentador.
MT: está delante de cada uno de nosotros, en nuestros hogares, la sociedad misma está levantada sobre esta estructura tan frágil, es un hecho.
Cuando digo que la sexualidad no tiene ningún problema, me refiero a que el problema estriba, en lo que pienso yo del sexo.
Los conflictos están en mis creencias e identificaciones sobre la sexualidad. Esto es muy simple de ver, cuando nos impactan las noticias sobre velos islámicos, oblaciones de clítoris en algunas tribus, violencia de género, etc. lo que hacemos es una proyección de nuestra propia sombra. Proyectamos y rechazamos esos actos vinculados al sometimiento sexual.
...Y uno, ¿cómo utiliza y somete al otro con su sexualidad...?
I: ¿dices que nosotros mismos, de alguna manera hacemos eso?
MT: La sombra que nos completa, está en todos.
Por otro lado, hay una falsa consideración de creer que es el varón que somete a la mujer... y en realidad, ambos hacen lo mismo. El hombre con su brutalidad y torpeza y la mujer con recursos más sutiles. Pero es un perverso juego de poder en donde la sexualidad se convierte en la moneda de cambio. Es un hecho, esta allí.
I: pero entonces ¿no hay salida?
MT: sólo digo que miremos de frente el problema. El matrimonio esta basado en una estructura absolutamente endeble, frágil. Tiene muy poco sentido real.
No hablo de monogamia o poligamia, lo que digo es que lo construimos como resultado de la tradición y la creencia religiosa a la que pertenezca. Convierto a la otra parte en un símbolo, eso es el dogma matrimonial.
Mi identificación hace que deje de ver a la persona, para ver mi idea de esposa o esposo. Y exigir que se amolde al patrón de la institución matrimonial. ¡Eso es la destrucción de la relación!
Convertimos ese vínculo en algo muerto, sólo dura en el tiempo...desaparece la virtud de la renovación. Sólo hay momentos efímeros de placer a través del sexo...pero también está condenado a ser algo insípido, seco...la fusión que alguna vez hubo, se convirtió en hábito.

domingo, 16 de mayo de 2010

EL DESEO II

Estamos acostumbrados a repetir sin detenernos a reflexionar.
Con respecto al deseo, parecería que está muy bien desear algo, tener ilusiones, sueños, ser personas que proyectan situaciones ideales: con la pareja, con la política, sus finanzas, etc...
Creamos un mundo ideal y renunciamos, huimos, nos evadimos de lo que sucede en nuestras vidas.
Repetimos lo que otros dicen que digamos, queremos lo que nos imponen, necesitamos lo que otros determinan..¡¡.Todo es un disparate!! Y el deseo esta allí, latente y agazapado. Creando laberintos mentales.
Interlocutor: Pero ¿no hay deseos buenos? es decir, ¿todo deseo conlleva un conflicto?
MT: Seamos cuidadosos, dijimos que la raíz del deseo está en la imagen que provoca el pensamiento. Sin imagen no hay deseo. Solo existe lo que es y su utilidad. Tomemos ejemplos sencillos: si tengo hambre, el cuerpo comenzara a dar las señales de que debo alimentarlo, en ese instante los sentidos están a disposición de esa actividad. Pero si en ese momento creo una imagen mental del plato que mi madre me cocinaba los domingos, o aquél en donde conocí a alguien encantador, o de la porción de pizza mas sabrosa que he comido...mi impulso es el de cubrir ese deseo y ya no la necesidad de hambre....es decir que he modificado el rol de lo real por el ideal.
Cuando veo en mi cabeza la imagen, coloco esa idea primero y me muevo tras ella. Es decir, mi pasado devora al presente, y da entrada al conflicto.
La frustración o el dolor, no tiene escalas.... Es falso eso de poco frustrado o apenas herido. Su mecanismo es igual si me frustro por no conseguir una pizzería, que si extraño a mi madre y su comida, o cualquier otro ejemplo que se te ocurra...lo mínimo y lo máximo son iguales. Su raíz es idéntica a pesar de que sus dimensiones sean diferentes.
Ellos son parte de tu estado interno dividido. Si hay deseo hay dolor.
I: Estamos perdidos.
MT: diría más bien, que se puede vivir de otra forma, pero el cambio ha de ser radical. El otro día, una amiga me decía, que comprende todo lo que significa el hecho de identificarse con las ideas, pero sostenía que no es del todo malo hacerlo con alguna sí y con otras absolutamente no. Y eso es absurdo. O está o no está la libertad. Se es libre completamente, no por momentos o según tu medida. Y mientras tenga una medida de las cosas de acuerdo a mis conceptos, creencias, o conveniencias, soy esclavo de esos impulsos.
I: pero un hombre que no tiene deseos, no se convierte en una entidad fría, distante,?
MT: esa es una idea, un condicionamiento. ¿Acaso ahora no somos eso?...Es un hecho que la sociedad es caótica, todos corriendo y pulsando a favor de lo que les conviene. Vivimos a la defensiva, desconfiando unos de otros, aislados. Eso es el pensamiento egoísta o egocentrista...como más te guste.
Aquél que es capaz de descubrir y colocar al pensamiento en su justo lugar, es un hombre íntegro. Es alguien que comprende, que se encuentra psicológicamente solo, que no tiene autoridad, que no repite por repetir, Y eso hace que una sensibilidad mucho más profunda habite en él. Ese hombre no está aislado. Todo lo contrario, es alguien que no se evade de lo que le sucede, de lo que pasa. Ese ser comprende, vive sin temor, sin apego a nada.
I: Y en este caos también esta incluida la sexualidad, el deseo sexual, y las fantasías, verdad.
MT: sin duda, a tal punto que un hecho tan elemental como la sexualidad se ha convertido en un tremendo problema. No es diferente a ninguno de los conflictos que tenemos. Su mecanismo es el mismo que el resto..
I: pero ¿por qué es eso? ¿no deberíamos disfrutar del sexo?
MT: disfrutar de la vida entera, tal como es. Esa es la tarea. El sexo no está ajeno a ello, no es distinto al resto de uno. Es un fragmento más. Pero le damos una dimensión y entidad distinguida, única. Así lo convertimos en otro problema, es un agobio maquillado de placer, es un mandato, es estadística, lo relacionamos con el amor, y luego de calmar ese impulso, ese supuesto amor, queda reducido a nada...
I: pero ha de tener una dimensión diferente. A través del sexo la especie se sostiene..
MT: Vamos a averiguar eso.
Investigar el sexo, es investigar mi relación de pareja, mis vínculos cercanos; y eso requiere de calma y claridad. Estar dispuesto a confrontar y cuestionar seriamente con los conceptos sociales, religiosos, morales, y todo dislate a que es sometido ese hecho. Descubrirnos a nosotros mismos, a nuestros miedos y a las propias miserias. Usamos la sexualidad como moneda de cambio, en nombre del amor, y es un hecho que lo único que importa es la propia satisfacción.
Dejemos acá, por hoy es suficiente.