"Dijo entonces Govinda:
_Amigo mío, nirvana no es sólo una palabra. Es una idea.
_Una idea, puede que sí. Más debo confesarte, querido amigo, que no hallo mucha diferencia entre las ideas y las palabras. Y hablando francamente: las ideas tampoco me importan demasiado. Más me interesan las cosas. Aquí en esta barca, por ejemplo, mi predecesor y maestro fue un hombre, un santo que durante muchos años creyó simplemente en el río, y en nada más. Había observado que la voz del río le hablaba, de ella aprendió, la voz lo fue educando e instruyendo, el río era su Dios. Durante muchos años ignoró que cada viento, cada nube, cada pájaro cada insecto son igualmente divinos y saben y pueden enseñar lo mismo que el venerado río. Pero cuando este santo se marchó a los bosques ya sabía todo, sabía más que tu y que yo, y sin haber tenido maestros ni libros: sólo porque tuvo fe en el río.
Govinda dijo entonces:
_Pero eso que tu llamas "cosas" ¿es acaso algo real, algo esencial? ¿no será sólo una ilusión de Maya, simples imágenes y apariencias? Tu piedra, tu árbol, tu río ¿son en verdad realidades?
_Eso tampoco me preocupa mucho -repuso Siddharta-. Poco importa que las cosas sean o no apariencias; el hecho es que yo también soy apariencia y, por lo tanto, ellas son mis semejantes. Esto es lo que me las hace tan entrañables y dignas de respeto: son mis semejantes..."
Herman Hesse... un necesario. Me ha iluminado mucho.
ResponderEliminarHesse, suele a veces desenredar secretos de la vida que a traves del pensamiento se oscurecen en el alma
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